lunes, 25 de enero de 2010

Sonetos del jamón.

Hay dos figuras emblemáticas de la literatura en lengua española del siglo XX, cada una de ellas originaria de lados opuestos del Atlántico, ambos contemporáneos y simpatizantes de la misma causa, la causa de los pueblos. Uno de ellos nació en la provincia de Camagüey, Cuba y su nombre es Nicolás Guillén quien junto con el también camagüeyano Emilio Ballagas desarrolló la poesía de la negritud, una poesía que rescató no sólo las temáticas sociales y cotidianas de la población negra de la isla, sino su misma oralidad. El otro, oriundo del puerto de Cádiz -esplendor colonial y de resistencia del pueblo español- es Rafael Alberti, significativo representante de la generación del 27 quien junto a Miguel Hernández, Dámaso Alonso y Federico García Lorca, entre otros, dio a la poesía en lengua española una transparencia en su expresión tan abundante que impregnó a las comunidades literarias de otras latitudes, como la de Nuestra América.

La amistad de estos dos poetas inició en el año de 1937, en aquel II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura que se realizó en las ciudades de Valencia, Madrid y Barcelona en plena Guerra Civil Española. Esta amistad se prolongó hasta la muerte de Nicolás Guillén en 1989. Queda de esta amistad un par de poemas de corte epistolar que acompañaban los envíos de mutuos presentes de los poetas. Fue precisamente en el número 11-12 de La Gaceta de Cuba, órgano periodístico de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en enero de 1963 donde aparecieron dos sonetos. El primero fue recibido por Rafael Alberti pegado a un jamón que Nicolás Guillén le envió a la Argentina donde vivió exiliado desde 1940, el segundo soneto es el remitente que recibió Guillén del poeta gaditano agradeciendo tan solemne y sabroso envío.
He aquí una copia para disfrute del gusto poético y gastronómico de los lectores.