miércoles, 23 de abril de 2008

Contraverano de Mijail Lamas

Las voces del puerto nunca esconden sus tonos melancólicos ante la voracidad de las ciudades. En estas voces solemos encontrar la sombra de un pasado que las persigue, las devora e incendia incansablemente. Ni las alturas de edificios camuflajeados con palmeras urbanas logran amparar al nuevo inquilino frente a la amenaza del sol por convertirlo en carbón. …Para qué hacer fogatas donde todo se quema no te gusta ese olor a hierbas dame otra cerveza dirá en la páginas de Contaverano Mijail Lamas para contrarrestar los efectos de la estación febril que llevamos en el fondo cada uno de nosotros.
Yo nunca he ido a Culiacán pero imagino el calor cercano al trópico que permite a los paseantes en alguna carretera, sustituta del infierno, freír un huevo en el cofre de algún auto, para degustarlo con cerveza Pacífico, levantar los pies sobre la mesa y leer la lumbre de Contraverano. Tal vez quemarnos la manos o los mismos ojos al leer el cuestionamiento que hace el primo muerto a la profesión poética:
¿Qué es lo que hacen los poetas para ganarse la vida?
Pero él ya no vive para poder explicarle
que un poeta no se gana la vida,
que la vida nos gana con trampas el juego
y es un lugar común decir que es injusta
como la muerte.
Ante la lejanía de la casa materna, cómo guarecernos de la violencia de los días, de la persecución cotidiana del verano interno y estacional. Tal vez la sombra y la soledad; el recuerdo fundido con la oscuridad de algún cine y su calor adormecible nos regrese o por los menos simule el calor del hogar.
Los escenarios en los que transcurren los poemas de Contraverano son
disímiles. Nos hayamos en una ciudad agreste, donde fundimos nuestras suelas a las banquetas cobrando nuestra cuota de infame sol y dando saltos cuánticos nos arropamos en el recuerdo y las vivencias del poeta por alguna playa del pacífico mexicano, las canciones del Ramón Ayala en la camioneta y tal vez la imagen de alguna bella culichi que "traiba" en la cintura un verano que termina derritiéndonos la voz.
Eso es Contraverano, una toma de posesión del desencanto afinado con el luminoso leimotiv que consiste en huir del sol y a mismo tiempo acercarse al fuego en un ritual fraterno.

Dicen que en estos tiempos el sol calienta más.
Sólo yo sé que el único culpable es el verano,
que alarga a donde va su permanencia,
que anda en busca de mí por todos lados
y me encuentra.

La carnalidad del universo en nosotros mismos, la materia que incorruptiblemente se transforma en metáfora:
La fiebre es el verano del cuerpo,
deja quebrado el árbol que nos mantiene en pie
y hace nacer la flor de sangre entre los labios.

Entonces, qué mejor manera de llegar a las mitades de esta calurosa y a veces torrencial y brumosa primavera que con el Contraverano de Mijail Lamas, que tal vez nos sirva, si no para hacernos sombra en la cabeza con cada uno de sus versos, sí para aceptar placentera y respetuosamente nuestra cercana incineración.

Contraverano, FETA y CONACULTA, 2007.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias por el comentario.
Un abrazo.